Nada más

Ella lloraba, allí, en aquel paisaje marrón y azul con algunas pinceladas de verde que aún se defendían del frío del otoño. Lloró después de mucho tiempo queriendo hacerlo, lloró porque ya no era capaz de continuar, porque todo su mundo, sus reglas, sus leyes, su rutina se había roto y no había sido consciente de ello hasta que fue demasiado tarde. Así que lloró para no ahogar su alma en lágrimas, lloró para no morir de pena, lloró por necesidad.

No sirvió de nada, porque él no era consciente de su sufrimiento, él sólo la veía como la chica que había cambiado, la que lo había echado todo a perder, sólo era una chica. Nada más. Ya nada más.

Comentarios