Entradas

The times they are a-changin

La que permanece. La que sigue escribiendo en un blog. La que echa de menos a gente que lleva años sin pensar en ella. Sí, esa soy yo, la que no entiende por qué la gente cambia.  Bueno, sí lo entiende pero no quiere aceptarlo. La que al principio pensaba que era puro postureo lo de decir "es que nadie me entiende" y ahora siente que puede ser verdad. Muy a su pesar. La que no consigue hacer amigos. ¿Qué hace mal para no conectar con nadie? ¿Qué hizo mal para dejar de estar conectada con los que quería? Contra viento y marea está ella sin ser capaz de cambiar, queriendo a los mismos. La que anhela una eterna adolescencia aun sabiendo que ahora mismo es mucho más feliz. La que no deja de tenerle miedo a la muerte y a su certeza. La que jamás ha sentido que pertenecía. Debe ser una sensación agradable. De vez en cuando se ahoga en la autocompasión. Es fácil hacerlo. Pero por lo general solo siente una pena constante y sonríe de cara a la galería. También es fácil. Sí, la que es

El blog prepuber

Dentro de un par de días este blog cumplirá una década, ¡quién lo diría! Cuando lo empecé, aislada del mundo en el calor sofocante de mi cuarto no pensé que, diez años después, seguiría escribiendo al menos una vez al año. De hecho, estaba completamente convencida de que me olvidaría de su existencia, cosa que me aterraba ya que por aquel entonces una de mis grandes preocupaciones era olvidarme de cualquier cosa que pudiera ocurrir. Tenía que imbuirme de toda experiencia que se me planteara; de ahí, en parte, la necesidad de escribir cualquier pensamiento que se me pasara por la cabeza durante los siguientes cuatro años. Ahora escribo desde un salón con demasiada madera en una ciudad con demasiada humedad (va a empezar a salirme moho en los pliegues de la piel) y en vez de estar encerrada en el sur estoy encerrada en el norte. Las cosas han cambiado, de eso no hay duda. Intento hacer memoria hasta esos momentos de incertidumbre, de tristeza y felicidad absoluta, de sujetadores que no

De cuando este blog no era más que un pozo de lágrimas

No sé dónde estoy. He olvidado quién soy y el disco duro me lo ha recordado a base de hostias emocionales. Ha pasado una eternidad de aquellas fotos, de aquellos paseos por Mairena, de las quedadas para ir al parque y de esperar a ciertas personas en el metro durante demasiado tiempo. Me he equivocado tanto. Tanto, tantísimo que ahora ya no hay forma de retroceder, no del todo. Y podría estar esperándote cuando vuelvas. Abrazarte y enterrarme en tus tetas porque esos veinte centímetros de diferencia de altura causan estragos. Podría decirte que echo de menos que me pidas consejo porque sabías que no te iba a dorar la píldora (nunca lo hice) y eso era lo que buscabas. Que nuestros escarceos amorosos pudieron dar para película de Julia Roberts. Podríamos dirigirla nosotras. Podría decirte que, simplemente, te echo de menos. Y te podría hablar de nuevo y preguntarte a ti en vez de a él qué es de tu vida. Podría decirte que echo de menos nuestra extraña complicidad. Y que te deseo to

Stay in the game

Quizás decir que ya no siento que pertenezco sea algo excesivo. Sé que algún sentimiento por ahí hay, en mayor o menor medida según a quien preguntes. Quizás lo que me hace falta es ser más consciente de ese sentimiento, que me hicierais un poco más partícipe de él. Las comparaciones son odiosas, lo sé, pero siendo dos personas en la misma condición y habiendo tantísima diferencia de comportamiento de una a otra no puedo hacer más que preguntarme qué he hecho yo mal, o qué ha hecho tan bien ella. ¿Por qué esa necesidad de ser en continuo el centro de atención? Siento que no pertenezco, y es la pura verdad. Hace meses que me pierdo en las quedadas y en las conversaciones y en los botellines de Voll Damm esperando que llegue el momento de despedirse. No me siento querida y es algo que jamás me oireis admitir porque ¿qué ibais a hacer vosotros?¿Acaso es culpa vuestra? No lo creo, simplemente necesito algo que no podeis darme, necesito sentirme necesitada y sé que si desapareciera de t

Cactus

Siempre quisisteis más y yo nunca os lo pude dar. Siempre hay un paso más que yo no quiero dar, una línea que no puedo cruzar, una puerta que, simplemente, no necesito abrir. Al final siempre va a ser un bucle de retroalimentación en el que termino siendo yo la que no puede dar más de sí. Porque, joder, no lo considero necesario. El amor se puede demostrar de muchas formas y yo no necesito un contacto continuo para sentirlo. ¿En qué posición quedo si vosotros jamás fuisteis capaces de sentirlo?¿Acaso lo estoy haciendo mal?¿Soy un desprecio de persona por no sentarme a vuestro lado cada vez que quedamos en grupo?¿Soy una mala novia por no necesitar vuestro calor? Quizás no sé sentir bien. Sea como fuere, al final el problema suelo tenerlo yo porque, aparentemente, hago daño por no poder aceptar el cariño de la forma "convencional". Porque no me gusta que me toquen en público. Porque no me gusta ir cogida de la mano cuando sudan. Porque no quiero que me be

Con nombre y apellido

Ya no sé sobre quién escribir, y por ende ya no sé dónde escribir. A veces estoy bien, quizás incluso durante días enteros, y de repente tu recuerdo me asalta. Puede ser cualquier cosa: una canción, una prenda de ropa, una situación... cualquier cosa puede hacerme rebobinar y crujir por dentro por culpa de tu pasado (y el mío, por supuesto). Me ha pasado hoy y he tenido que huir de donde estaba para evitar males mayores, ahora ya no tengo ganas de llorar pero la frustración y la culpabilidad siguen conmigo. Me pregunto cómo será ella. No puedo evitarlo, qué le voy a hacer. Sé que lo más sensato es olvidarme del tema y no hurgar en la llaga pero he de admitir que a veces miro tu perfil con miedo y curiosidad por si hay alguna foto con ella. Es cruel que cambiaras tu foto a una en la que no estoy pero que, sin embargo, hice yo. Sigo esperando un mensaje que no va a llegar, y es natural después de cómo me he comportado. Ni siquiera yo entiendo muy bien el porqué de mi di

El lustro que pudo haber sido

Y no fue. Nunca estuvo predestinado, quién iba a decirlo. Podría haber sido un año distinto dentro de su normalidad, de su costumbre, pero no lo ha sido. Ha sido un cambio radical y aún no estoy del todo convencida de que haya sido un cambio para bien. La monotonía pudo conmigo en aquellos momentos y no es para menos, pero llegados a este punto no puedo hacer más que preguntarme si no debería haber aguantado un poco más, si no me compensaba. A día de hoy sigo sin saber qué podría haber cambiado para hacer que todo hubiera sido mejor. Sigo hurgando entre las pistas que me dejaste, en los indicios de que podíamos aspirar a una vida mejor para haber conseguido que aquella vida nos uniera. Pero no encuentro nada. No veo más que fracasos allá donde mire, en aquel punto de inflexión no había otra opción, así que me planteo cambiar ahora. Necesitarte de otra forma, quererte de otra forma. Podrían haber sido cinco años y podrían haber sido cinco más. Supongo que siempre queda esa posibilidad,