Londres

Podría relatar durante horas lo bien que me lo he pasado esta semana, cuánto lo he disfrutado y lo poco que me apetecía volver. Podría contar todas y cada una de las tiendas en las que entré, los puestos que vi y las comidas que probé.

Pero hoy no.

Hoy quiero escribir acerca de cómo me siento en este preciso instante respecto a lo que pasó hace una semana. Y es que volví. Volví al principio de todo, a donde empezó una nueva etapa de mi vida hace ya tres años y medio. Volví a Londres.

Al principio, idiota de mí, pensé que sería igual, que por arte de magia cada amigo que hice allí volvería a estar a mi lado, pasearíamos juntos por Oxford Street y veríamos los puestos ambulantes de Portobello. Pero ¡oh, sorpresa!, no fue así. Y en cierto modo intento pensar que es mejor así. Pero no podía evitar recordar cada sitio que visitamos, cada foto que nos hicimos, cada momento que pasamos conociéndonos. Ahora no puedo sentir más que una angustia que creía olvidada y mucha nostalgia.

Ojalá fuera más fuerte. Ojalá supiera cómo hacer que estas cosas no me afectaran. Me siento perdida.

Perdida porque soy la única que vive anclada al pasado, soy la única que no consigue despegarse de esa sensación de comodidad que impusieron en mí al aceptarme tal como era, nunca nadie había hecho algo así por mí. Pero ahora todo ha cambiado, y aunque intento fingir que en algún momento encontraremos un punto de equilibrio, sé que jamás será así. Porque la gente cambia.

La gente cambia y yo no me siento distinta. ¿En qué me convierte eso?

Comentarios