Déjenla perder el sentido
Ojalá el mundo hubiera conspirado contra nosotros para que nos conociésemos más tarde. Ojalá no hubieses sido tú mi primer amor, sino el tercero o el cuarto. Ojalá hubiéramos sido lo suficientemente maduros como para haber conseguido que aquello funcionase.
Pero no lo éramos. Todo pasó demasiado pronto y fue tan real que no nos lo creímos. Si ahora me preguntaran, después de tantos años, si mereció la pena aquella tragedia seguiría diciendo que sí, seguiría suplicando a un dios inexistente que me dejara volver a conocerte para volver a enamorarme de ti, porque eres la persona de la que siempre, cada vez que nos veamos, aunque sea sólo por dos segundos, me enamoraré perdidamente durante un par de segundos, de minutos o de horas, porque para mí eres lo que comúnmente se denomina como "retrato robot". Porque siempre te busqué en el resto del mundo e intenté no encontrarte para poder olvidarte, pero nunca lo conseguí.
Siempre fuiste el chico de la piel color galleta tostada; el chico con los labios sabor té; el chico saborío a cuya mochila le pegaba patadas hace más años de los que quiero admitir; el chico que tocó la guitarra sólo para mí; el chico que me miraba a través del cristal; el chico que movería cielo y tierra por mí... el chico al que le hice tanto, tanto daño que jamás fui capaz de perdonarme, aunque creo que él sí me perdonó, aunque ello conllevó a mi olvido.
Él siempre fue capaz de pasar página y yo siempre le envidié por ello, porque mientras veía cómo rehacía su vida, yo nunca pude seguir su ejemplo, así que me quedaba anclada en el pasado observando las vidas pasar, los amigos y parejas cambiando de nombres y él siempre estaba allí, en medio del bullicio, recordándome que nunca iba a poder superar aquella funesta relación porque el primer amor nunca se olvida. Y heme aquí, siete años después sigo imaginando falsas situaciones en las que podríamos estar juntos, ser felices y tener una casa con una pared blanca para llenarla de colores. Para mí, después de todo, seguiría siendo suficiente.
Pero no lo éramos. Todo pasó demasiado pronto y fue tan real que no nos lo creímos. Si ahora me preguntaran, después de tantos años, si mereció la pena aquella tragedia seguiría diciendo que sí, seguiría suplicando a un dios inexistente que me dejara volver a conocerte para volver a enamorarme de ti, porque eres la persona de la que siempre, cada vez que nos veamos, aunque sea sólo por dos segundos, me enamoraré perdidamente durante un par de segundos, de minutos o de horas, porque para mí eres lo que comúnmente se denomina como "retrato robot". Porque siempre te busqué en el resto del mundo e intenté no encontrarte para poder olvidarte, pero nunca lo conseguí.
Siempre fuiste el chico de la piel color galleta tostada; el chico con los labios sabor té; el chico saborío a cuya mochila le pegaba patadas hace más años de los que quiero admitir; el chico que tocó la guitarra sólo para mí; el chico que me miraba a través del cristal; el chico que movería cielo y tierra por mí... el chico al que le hice tanto, tanto daño que jamás fui capaz de perdonarme, aunque creo que él sí me perdonó, aunque ello conllevó a mi olvido.
Él siempre fue capaz de pasar página y yo siempre le envidié por ello, porque mientras veía cómo rehacía su vida, yo nunca pude seguir su ejemplo, así que me quedaba anclada en el pasado observando las vidas pasar, los amigos y parejas cambiando de nombres y él siempre estaba allí, en medio del bullicio, recordándome que nunca iba a poder superar aquella funesta relación porque el primer amor nunca se olvida. Y heme aquí, siete años después sigo imaginando falsas situaciones en las que podríamos estar juntos, ser felices y tener una casa con una pared blanca para llenarla de colores. Para mí, después de todo, seguiría siendo suficiente.
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