Mañana es 26

Aquí estoy un año más. Escribiéndote una (otra) entrada porque la moda de escribirte cartas ya se me pasó.

Y es que mañana es 26. De nuevo.

Tras seis años, volverá a ser el mismo día de la semana que fue aquella tarde, por todo aquello del año bisiesto que hubo entre medio. Es curioso recordar todo ahora, pensar que un jueves como otro cualquiera me quedaría en tu casa a dormir por culpa de aquella operación sin importancia, que el viernes sería fiesta porque el día de Andalucía se acercaba y nosotros sólo podíamos pensar en las clases que no íbamos a dar. Quién hubiera imaginado que, seis años después, estaría relatando todo esto de nuevo cual disco rayado.

En todo este tiempo me he dado cuenta de que la gente en general desprecia bastante sus primeros besos. Eran atropellados, sin sentimiento, artificiales. Y me alegro tantísimo de que seamos diferentes. Me alegro de que después de todo el daño que nos hicimos, después de todo lo que pasamos y de todo lo que nos quedó por pasar, pueda recordar aquella tarde con tanto cariño. Y sé que siempre voy a recordarla así, que a lo mejor a ti se te antoja ya insulsa y sin sentido, que solo fue un beso más, pero permíteme guardar para siempre tu recuerdo sin filtros; allí, el chico que tocó la guitarra solo para mí, haciéndome sentir mareada y feliz. ¿Cómo no iba a escribir una entrada sobre el 26 si, después de todo, los 26 son especiales?, aunque ahora también piense en que faltarán dos días para que sea 28 y eso también sea especial.

Está claro que hay cosas que nunca cambiarán: seguiré teniendo tu nombre guardado en todas partes con una u de más, seguirá resultándome extraño verte sonreír porque sí, los 26 seguirán siendo especiales, aunque tú probablemente no seas consciente de ello. Y a mí no me importa en absoluto.

Comentarios