Recuento

Ay, si estos días hablasen... los días de lluvia, las canciones de Muse y el chocolate podrían transportarnos a mundos anteriores fácilmente, poniendo solo un poco de imaginación. Nos transportarían a tardes pasadas por agua, al frío y calor a partes iguales, a las fotos intentando sonreír.

Alguien escribe un mensaje en un grupo de wasap y yo decido parar todo lo que estoy haciendo para mirarlo, ¿tan importante será? No, no lo era, pero ahora he perdido cualquier ápice de inspiración que pudiera sobrevolar mi mente. Aunque, bueno, lo cierto es que nunca escribo por inspiración, no me invento historias disparatadas, no escribo poemas ni pongo letras de canciones poco conocidas esperando que los demás crean que son mías. Escribo sobre mis recuerdos porque estoy anclada en el pasado. Y es curioso, ¿no?, porque resulta que con solo leer alguna de mis primeras entradas... ¡puf! Bienvenido al pasado. Porque no tengo tantos años como para que mi pasado se considere pasado.

Así que sí, escribo sobre algo que ya escribí en su momento, relaté, me recreé, me regocijé, lloré con cada palabra y también reí. Me abrí al mundo para que solo mis amigos se interesaran por mi vida. No podía pedir más. Ahora escribo en este anticuado blog porque no me podría perdonar dejarlo olvidado. La gente cambia y cambia de dominio y yo sigo aquí, con mi cambio incambiable. Hace cinco años decidí que no volvería a cambiarlo y no lo hice. ¿Me seguirán leyendo las personas sobre las que escribía hace cinco años? No, no lo creo, con este aluvión de información que hemos sufrido en el último lustro, es mucho más fácil comunicarse a través de las indirectas directas de tuiter y de las selfies de instagram. Pero yo sigo aquí con mi blog porque me gusta escribir tochos, ni se me da bien limitarme a los 140 caracteres ni salgo bien en los selfies.

En fin.

Que seguiré por aquí.

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