De cuando este blog no era más que un pozo de lágrimas

No sé dónde estoy. He olvidado quién soy y el disco duro me lo ha recordado a base de hostias emocionales. Ha pasado una eternidad de aquellas fotos, de aquellos paseos por Mairena, de las quedadas para ir al parque y de esperar a ciertas personas en el metro durante demasiado tiempo.

Me he equivocado tanto. Tanto, tantísimo que ahora ya no hay forma de retroceder, no del todo.

Y podría estar esperándote cuando vuelvas. Abrazarte y enterrarme en tus tetas porque esos veinte centímetros de diferencia de altura causan estragos. Podría decirte que echo de menos que me pidas consejo porque sabías que no te iba a dorar la píldora (nunca lo hice) y eso era lo que buscabas. Que nuestros escarceos amorosos pudieron dar para película de Julia Roberts. Podríamos dirigirla nosotras. Podría decirte que, simplemente, te echo de menos.

Y te podría hablar de nuevo y preguntarte a ti en vez de a él qué es de tu vida. Podría decirte que echo de menos nuestra extraña complicidad. Y que te deseo toda la felicidad del mundo allá donde vayas. Después de todo siempre fuiste la que más se lo mereció.

Podría intentar quedar de nuevo contigo. Intentar entender qué te ha pasado. Cómo puede una persona cambiar tanto en tan poco tiempo. Podría responderte a las stories y que me lo explicaras. A ti no puedo echarte de menos ahora. Te echo de menos por quien fuiste pero parece que has desaparecido.

Como tantos otros que sé que no volverán. Supongo que en la prehistoria de los contenidos digitales esto sería algo más fácil. Perdías contacto y ya está, no había nadie que se pudiera encontrar como se hubieran mudado de casa. Ahora nos veo y veo las fotos de las casas y los viajes y las comidas y el corazón se me encoje. Han cambiado tantas cosas y, pese a la absoluta sensación de que yo soy lo único que permanece inamovible entre tanto cambio, sé que también formo parte de ese cambio. Que ya no soy la chica de hace ocho años y no quiero serlo, pero me duele que los sentimientos sigan ahí cuando sé que para muchos de vosotros se han evaporado. También sé que para otros no pero ah, la pereza, el miedo al rechazo, el tiempo... es demasiado complicado.

Ojalá en algún momento tenga el valor suficiente para decir en voz alta toda esta sarta de nostalgidades o que el tiempo vuelva a reunirnos y nosotros no podamos hacer nada por evitarlo.

Comentarios