El blog prepuber

Dentro de un par de días este blog cumplirá una década, ¡quién lo diría! Cuando lo empecé, aislada del mundo en el calor sofocante de mi cuarto no pensé que, diez años después, seguiría escribiendo al menos una vez al año. De hecho, estaba completamente convencida de que me olvidaría de su existencia, cosa que me aterraba ya que por aquel entonces una de mis grandes preocupaciones era olvidarme de cualquier cosa que pudiera ocurrir. Tenía que imbuirme de toda experiencia que se me planteara; de ahí, en parte, la necesidad de escribir cualquier pensamiento que se me pasara por la cabeza durante los siguientes cuatro años.

Ahora escribo desde un salón con demasiada madera en una ciudad con demasiada humedad (va a empezar a salirme moho en los pliegues de la piel) y en vez de estar encerrada en el sur estoy encerrada en el norte. Las cosas han cambiado, de eso no hay duda. Intento hacer memoria hasta esos momentos de incertidumbre, de tristeza y felicidad absoluta, de sujetadores que no rellenaba. Ahora no uso sujetador pero el tema de los extremos sigue a la orden del día, probablemente acrecentado por esta falta de estímulo continua. De todas formas, ya no me hallo en esa chiquilla que aún no sabía la diferencia entre por qué, porque y porqué, durante muchos años (más de los que me gustaría admitir) echaba la vista atrás y seguía viendo que nada había cambiado: los corazones eran distintos, sí, pero los problemas siempre fueron los mismos. Hoy, diez años después, creo que puedo confirmar que ya no soy una cría. Que puedo tener mis problemillas y mis ataques de llanto y mi adolescente interior estará siempre ahí para recordarme lo mucho que me gusta High School Musical pero ahora cuando termine el musical infantil puedo ponerme una película en VOSE y creerme un poquito más culta y más adulta (sin llegar a serlo del todo, por supuesto).

En todo caso, este blog siempre tuvo el mismo fin: recordar. No pienso caer en la estupidez de olvidar quién he sido y qué experiencias he vivido. Sí, fueron experiencias de adolescente, exageradas y sin demasiada importancia a nivel general, pero me han convertido en quien soy ahora. Inseguridades y puntos fuertes, cualquiera que se tome el tiempo de leer de cabo a rabo este blog (por favor, si estás leyendo esto, no lo hagas, tampoco merece la pena) puede hacerse una perfecta imagen de mi persona. Y supongo que por eso no dejaré de escribir aquí, porque aunque el scrapbook me haya arrastrado de vuelta al mundo analógico y esto esté un poco de capa caída, sigue siendo una parte de mí. Una parte vomitiva y tierna a partes iguales. Como cualquier adolescente.

Comentarios