Es que...

Es que ya no sé qué hacer para olvidarte. Aquí, a las dos y veinte de la madrugada, muerta de sueño y sólo se me ocurre leer tus pensamientos para torturarme de nuevo. Cuánto te echo de menos cuidándome estos días, que me sorprendieras volviendo para almorzar, que me cambiaras la toalla húmeda en un intento inútil de que me bajara la fiebre, tengo mocos y te echo de menos. Pero tú tienes tantas chicas en las que pensar... Aunque al menos puedo asegurarte que la belleza y la gilipollez sí pueden estar separadas. Mírame, no soy guapa y soy gilipollas, tachán.
Aquí, en la cama, con un pijama nuevo que seguro me habrías quitado hace unas horas de haber estado aquí. Pero no estás, ya nunca estarás.
Es que ya no sé qué hacer hacer para olvidarte, para sacarte de mi mente y que nunca volvieras a poder entrar.

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