Un gato blanco en la escalera

Por supuesto que nunca me querrás, eso lo tengo asumido desde que te regalé aquellos dos chicles, desde que me contaron como eres, desde que te conocí.
Pero, ah, ilusa de mí, el deseo de amar me ciega, ¿qué hago yo aquí pensando que puedes sentir algo por mí? Seriedad, por dios...
Podrías tener a prácticamente cualquier chica que quisieras y fuiste a fijarte en la que sólo tenía ojos para uno; uno que no eras tú. ¿Qué posibilidades tengo yo entonces si soy lo más opuesto a ella que jamás haya existido? Es evidente que ninguna. Cosa que también tengo muy clara, por favor, si sólo soy una chica más en este mundo, para nada especial, pero eso no quiere decir que no me duela saber que ni siquiera tendré una oportunidad de enamorarte.

Comentarios