Gracias

Heme en ese preciso momento yendo hacia el metro por la calle Betis, con un clima que podría compararse con el de mi amada Londres, pero quizás con unos cuantos grados más. En ese preciso momento estaba escuchando Some Nights. En ese preciso momento empecé a reírme sola. La gente se me quedaba mirando como si estuviera loca, y yo sin poder parar de reír. En ese preciso momento lo entendí: era feliz. Absurda y estúpidamente feliz. Puede que no hubiera sido consciente hasta entonces, hacía mucho tiempo que no me sentía así y se me antojaba una sensación de lo más novedosa, pero desde luego no iba a parar de reír sólo porque unas cuantas personas me miraran con desdén (y, en el fondo, envidia).

Nunca dí un sólo céntimo por una relación, nunca me importó siquiera, no quería vivir una mentira ni, en su defecto, sumirme en el más absoluto caos emocional por el hecho de que no sintieras nada por mí. Simplemente intentaba disfrutar del momento. Y aún no entiendo del todo qué es lo que ha pasado que aquí estoy escribiendo sin poder creerlo.

Así que, ¡sí, joder!, gracias, gracias por darme una oportunidad, por quererme, por dejarte querer.

Comentarios