Decisiones, decisiones...

La vida no es algo que podamos meditar, son decisiones, algunas inmediatas, otras no tanto, pero al fin y al cabo hay que decidir, y no merece la pena pasar el tiempo comiéndose la cabeza pensando qué es lo mejor cuando es posible que la elección correcta no sea la mejor, sino la que tú quieres elegir. ¿Y qué si no está bien?¿Y qué si sólo piensas en ti mismo? Quizás sea eso lo que realmente se quiere al poner tantas incógnitas a la vida.
Yo no sé elegir, nunca se me dio bien, prefería que los demás decidieran por mí aunque no fuera lo que yo quería. Ahora tampoco quiero elegir, quiero que la vida venga a mí, con sus pros y sus contras, no voy a llevarle la contraria, y ya de paso que decida por mí, seguro que es lo correcto.

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