Sólo han sido dos días

Sigo escribiendo. ¿Por qué cada vez que estoy triste escribo? No lo sé, creo que así no pienso en ello, aunque siempre escribo sobre el problema en cuestión. No creo que tenga el valor suficiente como para enseñarte esto, o el anterior. Puede que dentro de unos años sí, y nos reiremos de lo idiotas que éramos, o que no vuelvas a hablarme... todo menos eso, por favor. No quiero tener que soportar el dolor de la enemistad. No eres mi archienemigo, como mucho lo será Antonio, ya que tenemos esa tendencia a enfadarnos continuamente. Contigo nunca me enfadaba, nunca... hasta que llegó él, y no te das cuenta de lo mucho que has cambiado, de lo mucho que él te ha cambiado. Cada paso que te acerca él te aleja de mí, y no quiero que eso pase. No. "Uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde" dicen las malas lenguas por ahí. Aún no te he perdido, quiero creer que no te he perdido, pero no me gusta no hablar contigo, y menos durante dos días seguidos, es demasiado.
¿Por qué me miras con esa cara de desprecio?¿Por qué simplemente no me miras? Dios, me siento tan mal... y a ti te dará igual.
Lo sé, lo he asumido, venía en el libro de lengua, joder. Nunca me entenderás, nunca te entenderé, pero me gusta como eres, incluso echo de menos ese chillido que tanto odio. Te prometo que lo echo de menos. A tus consejos, a tus bromas, a tus gritos y a tus idioteces.
Te echo de menos, aunque estés mirándome a tres metros de mí.
Y yo me pregunto... ¿te importará?

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