Llamadas, preguntas y respuestas

Sonó el teléfono a las 10:33 p.m.
Era un número que no había visto en mi vida, y odio coger esas llamadas, suelen ser de publicidad, pero no tenía ganas de escuchar la música que tengo de tono. Me levanté de un salto del sofá y fui corriendo hasta mi cuarto. Descolgué el móvil, dije "¿sí?" o "diga", no me acuerdo, y acto seguido una voz que me resultaba extrañamente familiar pero que no llegaba a reconocer empezó a hablar sin darme tiempo para interrumpirle. Parecía nervioso. Me preguntó que dónde estaba en ese momento. ¿Y a él qué le importaba? Ni siquiera se había presentado, no sabía quien era.
Dijo que él estaba en la playa... ahí, justo ahí. Ya sabía con quien estaba hablando. No era un idiota con problemas mentales, era el idiota de mi novio (y que conste, lo digo de cariño). Dios mío, no le había reconocido, seré gilipollas ¬¬¬. Tan sólo escuchaba palabras que no cobraban sentido alguno salir por el auricular, no le estaba prestando atención. Después de repetírmelo todo otra vez me enteré. Quería que me fuera a pasar el día con él a la playa. Ya tendría que estar desesperado para llamarme a mí y no quedar con los amigos... . Estaba totalmente ilusionada, tenía unas ganas tremendas de quedar, de poderle hacer ahogadillas hasta que se asfixiara, pero todo se tenía que complicar, como siempre.
Mi padre tenía que trabajar, y mi madre pasaba de ir y volver en un solo día. No podía ponerme de rodillas delante suya y suplicarle que me llevara, pero era lo que quería hacer en ese momento. Quería matarla, siempre es ella la que le pone impedimentos a todo. El chaval tenía ganas de verme (por extraño que parezca) y yo tenía ganas de verle, y ella lo estropea todo.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
ai... las madres, si es que... a veces parece que nunca fueron adolescentes! deverían entender!

Un placer pasarse por tu blog!
Un saludo :)