Mensajes

Siempre suena el ensordecedor pitido del móvil, y siempre voy corriendo. Lo dejo todo, por importante que sea, para acudir hasta esa aguda llamada que anuncia lo esperado. Siempre se me acelera el pulso, siempre me hago falsas ilusiones, siempre deseo más de lo que se me permite.
Entro corriendo en mi cuarto, busco por toda la habitación hasta darme cuenta de que está metido entre las sábanas arrugadas de la cama después de toda una noche abrazada a él esperando una contestación que no llegó.
Veo que en la mini-pantalla hay escrito "mensaje recibido", respiro y abro el móvil con la esperanza de que lo hayas enviado tú, un mensaje cargado de cariño y ternura, diciendo "buenos días" o en todo caso "buenas noches atrasadas", pero siempre hay dos opciones, y ninguna de las dos abarca el que el mensaje sea tuyo.
Puede ser de multigestión, una gente que últimamente me dan mucho por culo, o uno informando de que alguien me llamó y no lo cogí, lo cual es bastante frecuente, pero hace ya mucho tiempo que no sé de ti, hace mucho tiempo que no me respondes a nada, hace mucho tiempo que se perdió lo que había entre nosotros. Aquellas medias horas mandando mensajes absurdos en vez de llamarnos, aquellas tardes que nos pasábamos sin hablar, pero que sin embargo lo repetíamos siempre que podíamos, porque éramos unos marginados sociales, aquellas mañanas que... no éramos capaces de mirar a otro lado que no fuera a los ojos del otro, todo eso ya no va a pasar, y hay que hacerse a la idea, por mucho que me gustara negarlo.

Comentarios