Daños colaterales

No, ni la maría, ni la música, ni un buen libro apartaba aquella noche de mi cabeza. No conseguía concentrarme, todo lo relacionaba con tus gemidos, tus palabras o incluso con el color de tus ojos. Aún mis sábanas olían a ti y había café en la cafetera de esta mañana, mis manos seguían notando los poros de tu piel o tu miembro prisionero de aquel pantalón. Ahora todo en calma: mi alma, la casa, mi cama. Pero aún se escuchaban las risas de aquella noche, las paredes retenían corduras que intentaron escapar. Seguía sintiendo una chispa de placer, una mancha negra que marca este papel. Tachones, líneas y palabras sin sentido adornan los muros de mi mundo por que tu lengua tornó borrosa mis versos, por que tus labios robaron mis palabras. No es amor, es solo una ola que roba de mi orilla la arena dejando turbio las huellas de mis pasos impidiendo volver. Quizás con una buena dosis de Whisky y un par de porros olvide tu olor, tus voz y tu forma de hacerme tuya. Quizás solo necesite follar y este pervirtiendo mis pensamientos. Pero que más da, ya tus promesas se me antojan pesadas y aburridas, emanas ataduras y compromisos. Por muy larga que fuera la noche se fue con el día y con el día se irá este sentimiento para volver a la noche. Todo se va, porque cuando despierte no estarás ahí, porque una noche no es más que eso, ausencia de cordura y carencia de calor, no es más que el reflejo de otro hombre con la misma función. 

Comentarios

Martina ha dicho que…
Me alegro que le haya gustado. Un saludo y un placer leerla.