Hasta el suelo

Hubiera querido escribir una entrada diciendo lo feliz que me siento ahora mismo, lo contenta que estoy por haberme arrepentido de mis palabras y que todo haya vuelto (de nuevo) a la normalidad.

Pero no, hoy no escribiré mentiras ni deseos. Hoy escribiré sobre sentimientos, sentimientos que hace que se me revuelvan las tripas, que tenga ganas de morirme; porque hoy, queridos lectores, he sido consciente de quién es la persona a la que he estado amando durante estos últimos diez meses mal contados.
Nunca pensé que alguien no pudiera sentir compasión, aunque fuera falsa; él me ha demostrado hoy que sí es posible, que es completamente ajeno a los sentimientos de los demás, o al menos a los míos, y en vez de intentar, por lo menos, ser un poco comprensivo, da puñaladas traperas, una tras otra, la mayoría cuestionables, pero no tenía ni voz ni ganas de entrar en una discusión aún mayor. Por supuesto, es mucho más fácil evadirse, no ser conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor, pero claro, digo yo que después la conciencia dice algo al respecto, ¿no?
También he descubierto lo muy vergonzoso que es llorar en la parada de un metro y que un señor guardia vestido con un uniforme negro y naranja fosforito te pregunte si necesitas algo, e intente, sin éxito ninguno, animarte.
En fin, en ese momento sólo sentía soledad, soledad y frustración, le hubiera pegado a una pared gustosa, te hubiera perseguido y lo más probable es que, en el hipotético caso de que lo hiciera, me quedara balbuceando cual idiota mientras en mi cabeza saltan chispas por no saber si darte un puñetazo o un beso, mientras en esos tres segundos y medio de cavilación tú ya me habrías dicho tres borderías y media más...

Pero te echo de menos, muchísimo, algo de lo más ilógico, pero es así, y lo más ilógico es que pese a ese sentimiento de desesperación por ver tus ojos de nuevo y poder comprobar que aún me quieres, no quiero, pero ni de lejos, estar contigo. Supongo que jamás lo entenderé, supongo que me odiarás durante bastante tiempo, supongo que ya no hay más que decir.

Un beso, cariño; pese a todo, hasta el suelo lo sabe...

Comentarios