Huye, cobarde

No tengo palabras. Ahora mismo estoy llorando. Sí, de nuevo, y lo escribo aquí para que todo el mundo lo sepa, no sé mantener un secreto. Estoy llorando porque me haces sentir mal, fatal, culpable, insignificante, despreciable, cualquier adjetivo despectivo que se te pueda ocurrir. Y sin embargo, sí, llamadme idiota, gilipollas, soy la number one de la estupidez, pues sigo pidiéndote una oportunidad. Pero ya está, se acabó, ¿me quieres? Genial, cuando te apetezca (si es que en algún momento te apetece) me lo demuestras y ya hablamos, por ahora sigue con tu vida, fóllate a tus putas... sí, putas, porque es lo que son. Puede que sean todo lo simpáticas que tú quieras, pero no me negarás que esa actitud no es de puta, igual que la tuya de puto, porque no tiene otro nombre.
No, ahora mismo no mido mis palabras, no quiero hacerlo, quiero desahogarme y no pienso pegarle a la pared, ahora me iré a llorar para que la mala de mi madre, esa a la que tanto amor/odio le tienes, me consuele y me diga que todo tiene solución. Pero no la escucharé porque después de todo lo único que quiero es estar contigo, no ninguna solución tonta, no quiero pasarme un verano igual, no quiero llorar, no quiero amar a nadie más que a ti. Pero tú no te mereces mi amor. Esta vez estoy convencida de ello.
Por eso sé que me va a doler en el alma mirarte a los ojos, y que lo más probable sea que nada de lo que digo ahora mismo sea verdad y te suplique clemencia. Pero ahora estoy lúcida y quiero que sepas el odio que te guardo y te guardaré por siempre, el mismo que el amor.

Comentarios