A fondo el cine

Íbamos medio corriendo hacia el metro, temiendo perderlo, distantes el uno del otro, sin mirarnos, pero yo te sonreía de vez en cuando y te decía que te fueras más rápido, y tú me sonreías, te reías de mi inútil prisa y apretabas el paso hasta ponerte a mi misma altura. No perdimos el metro, es más, tuvimos que esperar y después entramos pero para mi desgracia estaban ocupados mis asientos preferidos (sí, tengo asientos preferidos en el metro), así que me resigné y nos fuimos hacia la mitad. Estábamos muy cortados, y de vez en cuando me daba por preguntarte cualquier chorrada a ver si así conseguía romper el hielo."El retrato de Dorian Gray". Ya que la de Robin Hood la ponían a las doce pues no íbamos a ver esa. No había nadie en el cine, absolutamente nadie, la sala para nosotros solos, pero llegó gente. Desde hacía ya algún tiempo te estaba teniendo ganas, ganas de abrazarte, ganas de comerte la boca, pero me callé, no hice nada, no quería equivocarme y que me reprocharas algo, me daba demasiado miedo. Aquella película... recuerdame que jamás la vuelva a ver. Que yuyu, aunque, para ser sincera, ni me dio tanto miedo ni nada, estaba haciendo un poco el paripé, quería acercarme a ti como fuera y esa era una buena forma. En fin, que ahí estabas tú, viendo la película y contándome que estaba pasando, y yo mirándote fijamente, clavándote las uñas en el brazo y apretándotelo tanto que te iba a cortar la circulación.
Al final te dio por corresponderme la mirada, ya estaba harta, no te habías acercado a mí en toda la película, así que me acerqué yo, y por una vez me seguiste el rollo... ahí se quedó todo.

Comentarios