Nunca llegué en el momento equivocado
¿Es por eso?¿Es por el cambio? Puede que sufra delirios de grandeza, que sea algo narcisista, pero... no sé, tengo la sensación de que al final todo ha sido porque me he cambiado. Todo ese odio, esa rabia contenida, de repente explota sin motivo, echándome en cara lo mal que os caigo, cuando el día anterior todo era perfecto. Dijiste que no sabías si podrías tratarme igual si me cambiaba.
Después me echaré atrás porque alguna de las Laura's me cuenten cualquier idiotez que hayas hecho cruel y egoísta, dando a entender que quieres reafirmarte en que ya no eres la misma persona amable y simpática que eras el año pasado. Una persona de la que algunos tenían envidia porque creían que les estabas sustituyendo. Una persona que no era capaz de controlarse, pero que daría lo que fuera por sus amigos...
Ah, es cierto, ya no soy tu amiga, nunca lo volveré a ser, ¿y sabes qué? Me importa. Aunque hayas implantado en nuestro pacífico grupo la moda de enfadarse todos con todos, sé que a fin de cuentas no era tu intención (no del todo, espero), y que aunque ahora quieras dártelas de chulito siendo el perro faldero de Pablo y Álvaro, no te hace falta, pues tenías los mejores amigos del mundo. Pero poco a poco los estás perdiendo. Decías que yo iba a romper el grupo, pero eres tú el que lo está separando, el que dice vamos a casa de Yago a fumar porros y a emborracharnos hasta que no sepamos a quién tenemos delante en vez de fumar con nosotros. No, hay gente que no fuma, ¿por eso no podemos estar juntos? Ah, no, es por mí, que no queréis verme ni en pintura, pues nada, sed felices en vuestra gloriosa embriaguez, que ya encontraremos a alguien que cuente chistes igual de malos que los tuyos.
¿Sabes? Aún tengo el boli ese que me regalaste hace unos meses en señal de agradecimiento por perdonarte por algo que hiciste y que, para variar, ya no recuerdo. Ese boli lo enciendo cuando estoy triste y así pienso que en vez de pegarle a las paredes puedo tranquilizarme y pensar en cosas alegres. El rojo es el color del amor, ¿no? Y por extensión de la amistad. Pensaba en cómo te sentías tú cuando te enfadabas, en los motivos por los que hacías las cosas. Nunca llegaba a una conclusión razonable, pero tenía el boli como prueba de que las cosas pasan y se superan.
Después me echaré atrás porque alguna de las Laura's me cuenten cualquier idiotez que hayas hecho cruel y egoísta, dando a entender que quieres reafirmarte en que ya no eres la misma persona amable y simpática que eras el año pasado. Una persona de la que algunos tenían envidia porque creían que les estabas sustituyendo. Una persona que no era capaz de controlarse, pero que daría lo que fuera por sus amigos...
Ah, es cierto, ya no soy tu amiga, nunca lo volveré a ser, ¿y sabes qué? Me importa. Aunque hayas implantado en nuestro pacífico grupo la moda de enfadarse todos con todos, sé que a fin de cuentas no era tu intención (no del todo, espero), y que aunque ahora quieras dártelas de chulito siendo el perro faldero de Pablo y Álvaro, no te hace falta, pues tenías los mejores amigos del mundo. Pero poco a poco los estás perdiendo. Decías que yo iba a romper el grupo, pero eres tú el que lo está separando, el que dice vamos a casa de Yago a fumar porros y a emborracharnos hasta que no sepamos a quién tenemos delante en vez de fumar con nosotros. No, hay gente que no fuma, ¿por eso no podemos estar juntos? Ah, no, es por mí, que no queréis verme ni en pintura, pues nada, sed felices en vuestra gloriosa embriaguez, que ya encontraremos a alguien que cuente chistes igual de malos que los tuyos.
¿Sabes? Aún tengo el boli ese que me regalaste hace unos meses en señal de agradecimiento por perdonarte por algo que hiciste y que, para variar, ya no recuerdo. Ese boli lo enciendo cuando estoy triste y así pienso que en vez de pegarle a las paredes puedo tranquilizarme y pensar en cosas alegres. El rojo es el color del amor, ¿no? Y por extensión de la amistad. Pensaba en cómo te sentías tú cuando te enfadabas, en los motivos por los que hacías las cosas. Nunca llegaba a una conclusión razonable, pero tenía el boli como prueba de que las cosas pasan y se superan.
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