Un beso, un abrazo, ya estás solo, chao

No, no pienso hablar de embudos. Sólo de lo que significó para mí estar allí de nuevo, sintiendo que de alguna extraña manera formaba parte de aquello, viendo acróbatas ir y venir y, por un instante, deseé formar parte de ese mundo. Pobre chica ilusa que aún no sabe que los sueños no se hacen realidad. Pero allí sí se cumplen. De una manera u otra, en esas dos horas y media mal contadas te sientes completo. Después, por supuesto, vuelves a la vida normal, empezando por el atasco para salir. No entiendo porqué la gente tiene tanta prisa por salir de allí, si por mi fuera me quedaría a vivir. En fin, la vida sigue, pero yo tengo un gorro de terciopelo azul de lo más extravagante que me recuerda que estuve allí, que no fue una ilusión, que por ahora voy a seguir viviendo en un mundo de fantasía intentando imitar los escenarios del Cirque du Soleil antes de que empiece la vida de verdad.

Comentarios