Teatro, lo tuyo es puro teatro

Me planté delante del coche con la misma expresión de desesperación con la que me había dejado allí, pero también con una firmeza que segundos antes había necesitado y no conseguía encontrar.
-Vamos, atropéyame, mátame, ¿qué más te da? Yo ya no tengo nada por lo que vivir, mi corazón le pertenece y como consecuencia nada ocurriría si le pasara algo a mi cuerpo. Ahora tan sólo quiero liberarme de este inmenso dolor que me oprime el pecho, un dolor que había olvidado, que creí no volvería a sentir. ¿Pero por qué?¿Tan malo es que ya no esté él?¿Tan importante es en mi vida como para que sólo pueda pensar en estar con él a todas horas? Supongo que sí, de no ser así no estaría plantada frente a un coche dispuesta a ser arrollada en medio de la calle...-pensé, pero el coche ya me había esquivado sin ninguna dificultad y proseguía su camino como si no hubiera estado a punto de cumplir la meta de mi vida en estos instantes.

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