Una cena digna de nosotros

-Señora presidenta, la tengo que maquillar así que coja su presidente trasero y muévase hacia el cuarto de baño.
 El antes, el make-up de la cuestión.

Y con cierta ironía comenzó la que puede describirse como la mejor cena de pijos fingidos de la historia. Un año y cuatro meses después, volvieron los vestidos perfectos incrustrados en nuestros imperfectos cuerpos, pero aun así conseguimos parecer personas adultas. Sombra de ojos por aquí, pintalabios por allá, fotos que no salen bien por no tener flash... un caos total.
Milagrosamente la cena fue lo más normal del mundo, con un camarero digno de ver y unas pizzas que se salían del plato. Las fotos no faltan, aunque sí alguno de los comensales por abuso de luz. Volvemos y nos faltó tiempo para ponernos el pijama (iríamos divinos pero los tacones no hay quien los aguante).
El después, con la freidora a la que mis amigos idolatran.

En las siguientes ocho horas me di cuenta de lo monotemáticos que pueden llegar a ser cuatro adolescentes en un salón, sin embargo, por mucho que habláramos de lo mismo (sexo, por aclarar) siempre terminábamos contando cosas diferentes... misterios de la vida, no sé cómo lo hacíamos.
No dormimos, no aprendimos (bueno, puede que en ciertos aspectos sí...), no fuimos mejores personas durante esa noche, pero tan sólo es una noche, nos lo pasamos de miedo, ¿importará acaso que mis padres no hayan dormido por nuestra culpa? Pues no.
Y eso es asín, Cabesa (se me ha subido lo del pijerío a la cabeza).
Y el más después, cuando la locura y los cuernos pueden con nosotros.

Comentarios

Belver. ha dicho que…
maaaaaaaaaaaaancantaaaaaaaaaaaa ajajjajaja me encanta me enctan me encantaaaaa