Y van dos

Estoy aquí, esperándote (yo y mi manía de llegar temprano), estoy tan asustada que casi no puedo escribir de lo mucho que me tiemblan los dedos. ¿Pero esto qué es?¿Qué significa para ti? Sinceramente, tampoco sé lo que significa para mí, sólo sé que llevo temblando desde ayer cada vez que me acordaba de que hoy hemos quedado y tengo miedo porque no quiero cagarla y sé que lo voy a hacer, tengo miedo de que me cojas asco y no vuelvas a hablarme, tengo miedo a estar aquí una hora y no aparezcas, me parece que el corazón se me va a salir del pecho y no creo que sea bueno pero tampoco puedo evitarlo, estoy demasiado asustada como para poder controlarme, lo único que me tranquiliza es la música que no me deja oír nada más, así me creo que estoy sola y que todo lo que hay a mi alrededor son sólo imaginaciones mías. Doy vueltas a la columna gris y sucia esperando por un momento encontrarte al otro lado, después cambio de opinión y deseo que no vengas. No, no vengas, no salgas, no hagas que me enamore de ti, no me dejes, no podría soportarlo. Tengo miedo, tiemblo, tirito, miro a un lado, miro al otro, la música sigue sonando y todo mi cuerpo se estremece al confundirte con cualquier otra persona. Ya no sé qué hacer, si irme, huir a México, suicidarme o matar a alguien, el caso es olvidarme de todo... ¿pero qué estoy diciendo? Ya no sé nada, mi cerebro se ha ido de vacaciones y mi cuerpo se quiere convertir en cera, así que sólo quedo yo.
Llegas tarde. Ocho minutos tarde. Me empiezo a plantear que no vayas a venir, nunca se sabe. A lo mejor me he confundido de sitio, a lo mejor no quieres verme, a lo mejor te has muerto, aunque la que tenga ganas de morirse sea yo. Camino entre las baldosas sin pisar las rayas, escucho a Muse y su Resistance, una canción que siempre me ha traído buenos recuerdos, escuchándola sin cesar yendo al instituto pensando en las tres menos cuarto cuando iría corriendo a verle por el Zurraque.

Ahora todo ha pasado, curiosamente ya no tiemblo, me pregunto qué será de mí ahora que se sabe la verdad. ¿Pero por qué lo has hecho? Sólo quería darte lo que querías, y ¡puf!, te lo has cargado tú solito. Me sentía tan mal por hacerlo, pero dejaste claro lo muy cerca que quieres estar de mí, ve a buscarte a otra que caiga en tus cuentos, yo no soy la niña de nadie.

PD: ¿no querías ver lo que escribía en el móvil?, ahí lo tienes, tan cerrada no soy.

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