Confesiones que sólo escribiría en un blog que nadie lee

Estoy llorando...
A lágrima viva, sin razón alguna, simplemente por haber visto una conversación que tuvimos. Dice que cree que me da igual que dejemos de vernos, que equivocado está de la vida, aunque hay veces que a mí misma me lo parece, no se, de vez en cuando me da por ponerme distante y no me gusta nada hacerlo pero no puedo evitarlo y me da la sensación de que cada vez que lo hago le hago daño a la persona con la que esté hablando, aunque no sea mi intención ni mucho menos. Claro que me importa el verle o no verle, más de una vez me he emparanoiado mucho a causa de eso, intentando saber que sentido tiene mi absurda vida si no está él en ella seis horas diarias durante cinco días a la semana, y de verdad que no lo se, no se que haré el curso que viene. Puede que me enamore de la primera persona con la que me cruce, puede que me pase todo el día mirando una mesa vacía imaginando que está él allí, puede que me margine y deprima durante todo el curso y lo que me queda de vida escolar por su culpa, no lo se, por eso por ahora intento aprovechar cada minuto que estoy a su lado, aunque muchos los desperdicio en peleas sin sentido o en pedirle dinero (un callejón sin salida...).
Una vez me dijo que hacían falta unas dos semanas para que me echara de menos. Me hizo gracia, pues al salir del instituto le busco para intentar echarle una última mirada y cuando voy volviendo a casa estoy continuamente pidiendo por favor que consiga conectarse esa tarde para poder hablar con él, así que en definitiva a mí me hacen falta unos... diez minutos para echarle de menos.

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