Hay veces que desearía no existir. Morir por un instante, lo que se suele denominar como "querer que te trague la tierra" pero a lo bruto, solo durante un momento, lo suficiente para desahogarme y acto seguido volver a seguir sufriendo con la vida.
Pero al menos darme una mínima cantidad de tiempo para dejar de pensar en él y su fastidiosa perfección, en el conveniente y sus absurdas idioteces, en la persona, o más bien en su recuerdo, en las chicas... mis "amigas", iguales que yo, se supone que pensamos igual... ilusas, ya les gustaría a ellas saber todo lo que se me pasa por la cabeza.
Un segundo, medio, algo, por pequeña que sea la oferta la acepto, pues en estos últimos días, no se como, he aprendido a no tenerle miedo a la muerte.

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