Bajo esa sonrisa bobalicona se esconde la filosofía

-¿Qué?¿Qué ha pasado?
-*Pip, pip, pip*
-¿Celia?¡¡¡CELIA!!!

Tenía que llegar fuera como fuera, no podía quedarme allí sin hacer nada, no podía quedarme impasible ante la idea de que mi mejor amigo fuera a morir, claro que al despertarme empapada en sudor dejé claro de que sí me había quedado sin hacer nada, aquello me creó un trauma, tenía que hablar con él, en el fondo de mi ser tenía la extraña sensación de que su vida corría peligro. Nada, no le vi, era una gilipollez, ¿cómo iba él a estar mal por un estúpido sueño? Tenía razón, y lo corroboré el lunes, pero no por ello me alegré menos de verle.

Raro como una vaca verde con los cuernos amarillos, gira en una órbita completamente distinta al resto de la humanidad, cosa que hace de él una persona admirable.
Esa afición por no dejarme quedarme con sus cosas que sólo es comparable a la mía por quitárselas, pero es que me fascina que todo tenga un significado para él y quiero formar parte de ello.
Tienes que teñirme de azul y lo sabes.
En algún momento llegaré a saber lo que siente, podré mirarle a los ojos y saber quién le gusta, o si está triste o eufórico, por ahora es algo que se escapa a mis conocimientos.

Me recuerda a Sheldon Cooper. Es un afán mío lo de identificar a la gente, y su personalidad multiplicada por ocho mil quinientos noventa y seis en lo que a pavo se refiere es clavada a la suya. No te lo tomes muy en serio, esto es más o menos como lo de pillar indirectas, no es mi fuerte...
Ahora que lo pienso no sé nada de él, ni la música que le gusta, ni su color favorito ni nada, pero tampoco es que haga falta teniendo en cuenta los temas de los que hablamos (a cada cual más variopinto).
Debo darte las gracias de todo corazón por aguantarme estos días y también por ser como eres, la única persona en el mundo que sabe lo que necesitas.


-¿Qué?
-¿Que por qué?
-Y yo qué sé porqué.
-Ah, o sea, eres raro pero no sabes porqué eres raro.

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