Busco, después me pierdo

En algún rincón de su perturbada mente pensó que, por algún casual, podría sentir lo mismo de nuevo. Volvería a ser feliz y contagiaría a los demás con su felicidad. La vida le volvería a sonreír y lloraría de nuevo para después consolarse pensando que podría verle un día más. Haría de nuevo una vida con futuro, sin casamientos, un/a hijo/a y un restaurante de alta cocina, previa universidad en Italia/Dublin/París/Nueva York. Planificaría cada día porque era lo que le gustaba, imaginar planes que después eran sustituidos por otros mejores, y prepararía de nuevo pasteles a rebosar de chocolate blanco en un intento desesperado de llamar su atención. Se empeñaría en querer demasiado, hasta la saciedad, porque era la única forma de la que sabía querer. Se deprimiría un día y otro por no poder verle por la tarde, le presentaría a sus amigos y él le presentaría a los suyos, serían felices juntos y harían un vídeo con sus voces jugando a matar gente.
Claro que sólo fue un pensamiento, la realidad era distinta, desde luego, y sabía que aún faltaba mucho tiempo para que aquello se cumpliera, si es que se hacía realidad algún día...

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