Fantaseo con la idea de dejar de sentir todos los días

Él, que me enseñó el que ahora es uno de mis grupos favoritos (después de pasarme la tarde intentando saber cómo se escribía). Con el que hicimos el juego más insólito de todos los tiempos. Por el que una vez creí sentir algo, y ahora me vuelvo a equivocar, pensando por un momento que había algo de verdad en sus palabras. Palabras desesperadas escritas por un enfermo terminal necesitado de cariño, y cuando estoy decidida a hacerlo, a tirarme sin paracaídas...
No estás. Nunca estuviste. Allí, justo allí, me di cuenta de que la enferma terminal era yo, y necesitaba creer que por una vez las cosas me saldrían bien. Pero soy yo, y las cosas nunca me salen bien.

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