Romanticismo contemporáneo

Quiero que la vida se parezca a lo que era antes. Sentir no sólo su recuerdo, sino esa inmensa sensación de emoción que lo abarcaba todo al pensar que el día siguiente iba a ser un día especial. Puede que después me llevara una desilusión, pero merecía la pena por sentir de nuevo aquel nudo en el estómago al imaginar las cosas que iban a pasar cuando me despertara.
No, ya no siento nada, por no sentir no siento ni frío ni calor, estoy a cero grados, no soy feliz, tampoco desgraciada, la vida es toda una monotonía que parece no acabar nunca, y eso me duele en lo más profundo de mi ser. Todo es una sarta de absurdas horas, minutos y segundos que se mezclan entre sí y hacen pensar que después va a pasar algo inesperado.
No, para mí no, ya no siento nada, soy una persona a la que una vez le atribuyeron un corazón de hielo, y cada vez estoy más segura de que tenía razón, por no sentir no siento ni la brisa acariciando mi piel ni las heridas que tengo. Ni el frío de la hoja de acero que un día puede que esté pegada a tu cuello por mi culpa. O al mío por la tuya.

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